domingo, octubre 30, 2005

Puente a la carta

Como todo buen español sabe, el día 1 de Noviembre es fiesta en España con motivo de la festividad de todos los santos. Esto es, hay un día de fiesta en martes. Pero el lunes todo cristo tiene que ir al tajo.

¿Todos? No. Hay un pequeño grupo social irreductible, rodeado de trabajadores que les echan en cara constantemente lo vagos que son, y que el día 31 van a aplicar el sentido común y uniendo el fin de semana con el día de fiesta. Esos son los estudiantes de universidad. Lástima que cuando estamos puteados con los exámenes, los currantes esos que he mencionado antes no se acuerden de nosotros. Así seguro que nos evitaríamos tener que sufrir las obras del vecino mientras estudiamos.

La universidad... ¡Qué vida más interesante!

sábado, octubre 29, 2005

El fútbol es así

¿Qué similitudes puede haber entre el fúbtol y la universidad? Dados los días que corren, la más obvia de todas es que aquellos que juzgan nuestras acciones a lo largo del evento suelen fallar siempre según nuestro criterio. Estoy hablando de árbitros y profesores, que siempre que toman una decisión nos acordamos de toda su familia en voz alta pero a la suficiente distancia para que no se ensañen más con nosotros.

Pero no era este el parecido que quería señalar entre ambas profesiones. Antes un pequeño comentario. ¿Se puede considerar correr tras un balón algo así como un trabajo con el mismo sentido que pudiera tener poner ladrillos bajo el sol durante ocho horas al día? Bueno, ahí dejo la pregunta y volvamos al asunto importante que nos ocupa.

Veamos. Es muy frecuente escuchar la expresión "se les nota que las vacaciones están tpdavía muy cerca para ellos"; que se suele pronunciar cuando en la primera jornada ves a los jugadores con la lengua fuera al minuto 18 de la primera parte y son incapaces de desplazarse a la otra punta del campo a no ser que se muevan andando. Algo así suele ocurrir en la universidad, cuando en la primera semana de clase estás deseando de que acabe la segunda hora de clase para irte a la cafetería y mandar a la mierda al pelmazo de tercera. Y siempre decimos que es normal que en la primera semana estemos tan cansados, como autocompadeciéndonos de lo poco que llegamos a hacer.

Cuando un equipo de fútbol se encuentra en el tercer mes de trabajo, con unos 12 partidas de liga, 4 de competición europea y dos de Copa del Rey, otra expresión que está en boca de muchos entrenadores y jugadores es que "el cansancio se empieza a acumular tras tantos partidos y es normal que los jugadores tengan algún que otro bajón en su juego". En el caso de la universidad es también muy normal esta expresión pero al mes de clase, en el que estás completamente harto de las clases y a lo único que vas a clase es a pedir apuntes mientras lo invitas a un café en la cafetería de la facu (que allí están más baratos y bastante tienes con el pastón que te vas a dejar en fotocopias). Y es que uno empieza ya a tener la gasolina justita para poder ir a clases tras apagar el despertador tres veces seguidas y llegar así con el tiempo pegado al culo sin haber podido desayunar.

Lo más lamentable de esta comparación entre ambos mundos es que, mientras los futbolistas cuentan sus ingresos por millones, nosotros sólo podemos contar nuestros gastos por unas simples centenas, sin que nunca tengamos dinero en los bolsillos. Una pena.

Hablando de dinero. El otro día estuve en mi primer concierto de música clásica. Vale, todo esto hay que matizar y precisarlo bastante. Si no tenemos en cuenta todos los conciertos de bandas a los que he ido en calidad de músico que toca a continuación, y aquellos a los que también asistía en la misma calidad cuando tenía que tocar en los conciertos del conservatorio, entonces puedo decir que efectivamente era mi primer concierto de música clásica. Y vaya concierto. Dos horas y media de música con La Suite Española de Rabel, El Concierto Número 2 para piano de Rachmaninov y La Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak. Disfruté como un crío viendo a los payasos. Quiero decir que me lo pasé en grande mientras permanecía cómodamente sentado (bueno, los asientos eran un pelín incómodos, todo hay que decirlo), y sin que me estén continuamente preguntando que porqué no bailo algo tan desagradable al oido como puede ser una tía con voz de .... que dice algo así como "dame más gasolina". Pero pude comprobar en mis propias carnes el motivo de que la juventud no se preocupe de asistir a este tipo de actos: el precio de la entrada. Vale que no es excesivamente muy cara, unos 16 euros por dos horas y media de lo mejor en música, pero hay que reconocer que un estudiante prefiere gastarse ese dinero en un botellón y un par de copas en una discoteca mientras intentas ampliar el planning de esa noche. Así que no es muy difícil imaginarse el público mayoritario del auditorio.

Si en vez de ser estudiante, uno fuera futbolista... (para empezar cambiaría el título de este blog)

domingo, octubre 16, 2005

Esas dichosas fichas

¿Alguien sabe qué hacen con las fichas de un año para otro? Creo que ese es uno de los grandes misterios de la universidad, junto con el qué habrá en los sótanos de la facultad de ciencias. Hacer alguna suposición sobre el destino de estas es como intentar hacer física en el momento del Big Bang: imposible.

Todos los años tras la presentación de la asignatura se hace el mismo comentario. Todos quieren una ficha con tus datos en el menor tiempo posible. Y todos los años lo sigo viendo como fetichismo por parte de los profesores. Me los imagino todos los del departamente congregados en torno a una mesa circular intercambiando nuestros caretos como si fueran cromos de fútbol.

- Este lo tengo repetido. ¿Alguien quiere una ficha de Peláez?
- Yo prefiero una de aquella de las te...

Mejor no seguir. Creo que ya sabe todo el mundo por donde quiero ir.

Lo mejor de todo el asunto es que cada profesor tienes sus manías. Unos les da igual que le entreguen la ficha, pero cuando te ponen las notas te proponen un intercambio al final de las mismas: ficha por nota (aunque sea un suspenso). Otros quieren fotos que no sean fotocopias. Hay quien le gusta que le pongas las notas de prácticamente toda la carrera. Ahora tengo un profesor que quiere le demos una ficha digital, en la que tienes que poner una foto digital y que parece que estas rellenando un cuestionario para una página de contactos.

Y cada alumno también tiene sus preferencias a la hora de entregar la ficha. Está el típico que la entrega cuando dan el último ultimátum (y válgame la redundancia). También tenemos el especimen ultrahuevóncaradura que la entrega en el examen. O aquel que la entrega por debajo de la puerta del despacho tras acabar el cuatrimestre. Y el típico repetidor que tras preguntarse una y otra vez qué harán con las fichas de un año para otro, llega a la conclusión de que podría cundir el ejemplo ecologista de la facultad y que vuelvan a usar la mía del año pasado, y así se ahorran papel.

lunes, octubre 10, 2005

El baile

Imaginaos la típica fiesta americana del instituto, en la que siempre se busca tener como pareja al tío o tía (según proceda) que esté mejor (físicamente hablando, claro). Seguro que todos hemos visto al menos en nuestra vida una película donde se dé esta situación, en la que nadie quiere bailar con la más fea. Se convertiría en la peor noche de nuestro protagonista y probablemente marcaría su vida.

Ahora imaginaos que en vez de una fiesta tenemos una carrera universitaria, en concreto mi carrera universitaria, y que en vez de elegir pareja para una noche, hay que elegir asignatura para todo un cuatrimestre. Si eliges una asignatura optativa callo (para continuar con el símil), no es que sea la peor noche de tu vida, sino que no te vas a sacar la carrera ni a la de tres con esa estrategia. Por eso que hay que elegir con mucho cuidado, para establecer un equilibrio entre lo que quieres aprender para el día de mañana y lo que quieres que se convierta en un simple número que añadir a la sumatoria, esforzándote al mínimo para poder conseguirlo.

De ahí que las alteraciones de matrícula se conviertan en una carrera de obstáculos para ver quien se hace con las pocas plazas que quedan para una plácida clase en la que es muy posible que sólo tengas que pensar en las musarañas para aprobar, al contrario de la asignatura infernal en la que el profesor se cree que su optativa es la única asignatura de todo el curso por el tiempo que quiere que empleen sus alumnos en ella.

Aquellas largas colas de cinco horas de una mañana de principios de octubre parece que han pasado a la historia. Ahora te dan una citación con día y hora para que no se convierta en un caos y no pierdas casi una semana de clase para poder cambiar las asignaturas. Pero en algunos casos no se sabe qué es peor. No es por quejarse por quejarse, pero si te dan citación para muy pronto, tampoco sabe uno qué asignaturas cambiar y ahí comienza otra carrera contrareloj entre qué quiero y qué puedo. Demasiada presión. Menos mal que por lo menos tenemos la oportunidad de cambiar de pareja de baile.

lunes, octubre 03, 2005

Un día eclipsado por las presentaciones

¡Ah, qué gusto volver a pisar la facultad! ¡Esas caras familiares de compañeros que siembran los asientos de clase! ¡Esa pequeña decepción al ver que los profesores que te amargaron el curso pasado y el presente siguen vivos! ¡Esas caritas de cordero al matadero que tienen los novatillos!

Aunque pasen diez años de carrera, las sensaciones suelen ser las mismas un año tras otro. Resulta gracioso comprobar que sigue reinando el mismo caos en secretaría para las matriculaciones o alteraciones, por más que la gente se queje y a ciertos funcionarios les dé vergüenza ajena formar parte de semejante aberración. Más gracia hace cuando una vez llegas a la sección de física de secretaría ves con tus propios ojos que sigue la misma funcionaria trabajando, por menos horas que le dedique la señora en periodo de máximo trabajo. Y qué me decís de esa cafetería abarrotada de gente, en la que ni siquiera puedes pedirte algo porque la cola de la barra se empieza a confundir con la de alteración de matrícula. Menos mal que conforme pasa el curso la gente abandona en su propósito de enmienda de asistir a todas las clases y sólo quedan los que tienen una fuerza de voluntad de hierro.

Pero lo mejor de todo son las presentaciones de los profesores con los que has compartido más horas de tu vida de lo que jamás pasarías con tu novia antes de vivir juntos en una casa. Parece que tienen un programa metido en el cerebro que repiten de carrerilla año tras año, variando sólo un par de frases. Es encomiable la capacidad de memorización que tiene esta gente, todo sea por el bien del alumnado. Y todos los años es el mismo rollo de siempre en el que te cuentan que en su asignatura es muy fácil aprobar si haces una serie de puntos que ellos mismos saben que ningún alumno es capaz de cumplir, como el hacer en casa los ejercicios chungos que se le pasan por su imaginación enfermiza. Después te dicen que el aprobado te lo ponen muy fácil porque no van a preguntar nada que no hayan dado en clase. ¡FALTARÍA MÁS QUE TUVIÉRAMOS QUE CONTESTAR A COSAS QUE NO SABEMOS NI QUE EXISTEN! Y cuando te dicen que en los exámenes se preguntarán problemas que hayamos hecho en clase entonces es cuando los repetidores se miran entre sí con cara de complicidad pensando que estaría bien pagarle un loquero al profesor para que le enseñe a distinguir las múltiples y abrumadoras diferencias que existen entre sus preguntas de examen y las que nos deleitan en sus relaciones de problemas.

Lo mejor del día sin duda han sido esas clases escuetas de apenas media hora de muchos profesores, sobre todo de aquellos que tenían ganas de ver el fenómeno astronómico del siglo. Es una pena que en una facultad de ciencias no se reparta organice ninguna actividad para el seguimiento del eclipse. Pero más delito tiene el que no se haya repartido ni un mísero filtro para verlo y que algunos profesores hayan abusado de los alumnos apoderándose de las gafas de aquellos que fueron precavidos y se pasaron a recogerlas por el Parque de las Ciencias, que creo que las ha dado gratis. ¡Qué gozo el de la enseñanza gratuita y con el mínimo de gastos!

domingo, octubre 02, 2005

El horario

La creación de un buen horario es un arte que se va refinando con el paso de los años. Si Picasso decía que la calidad de un pintor depende de la cantidad de pasado que lleve consigo, la calidad de un horario depende de la cantidad de veces que hayas repetido las asignaturas.

Así tenemos que el buen creador de horarios dejará la primera hora del día libre para asuntos propios referentes al descanso. Si para conseguir esto se tiene que dejar uno de matricular en una asignatura, se hace sin pestañear. La segunda hora depende mucho de las ganas que tenga el sujeto de acabar la carrera, por lo que aquellas personas que no quieran engrosar la lista del paro a corto plazo escogeran para este periodo de tiempo aquellas asignaturas con las que se sientan identificados en la carrera y les hayan pillado cariño tras haberlas escogido desde sus orígenes en la universidad. ¡Qué mejor excusa para no ir a una asignatura en concreto que ser el cuarto año consecutivo que das el mismo temario!

En la tercera hora se suele escoger la asignatura en función del gusto de cada persona. Si eres de los que gustan desayunar a las once del mediodía, entonces se las ingeniarán para no tener ninguna asignatura a esa hora y continuar con un par de optativas a partir de las doce. Si prefieres hacer uso de un tentempié a las doce, no queda más remedio que a las once elijas una obligatoria y te olvides de cursar optativas este curso. A nadie le hace mucha gracia tener que permanecer sentado a las una del mediodía escuchando chino, mientras el resto descansa plácidamente en el cesped de la facultad.

¿Y la tarde? Buena pregunta. Pero seamos realistas. Si por la mañana te cuesta horrores coger el ritmo y no quedarte dormido en clase, ¿creéis que a las cuatro de la tarde con la modorra que te asalta tras el postre está uno en condiciones de acudir a clase? La creación de un horario, todo un arte.