lunes, octubre 03, 2005

Un día eclipsado por las presentaciones

¡Ah, qué gusto volver a pisar la facultad! ¡Esas caras familiares de compañeros que siembran los asientos de clase! ¡Esa pequeña decepción al ver que los profesores que te amargaron el curso pasado y el presente siguen vivos! ¡Esas caritas de cordero al matadero que tienen los novatillos!

Aunque pasen diez años de carrera, las sensaciones suelen ser las mismas un año tras otro. Resulta gracioso comprobar que sigue reinando el mismo caos en secretaría para las matriculaciones o alteraciones, por más que la gente se queje y a ciertos funcionarios les dé vergüenza ajena formar parte de semejante aberración. Más gracia hace cuando una vez llegas a la sección de física de secretaría ves con tus propios ojos que sigue la misma funcionaria trabajando, por menos horas que le dedique la señora en periodo de máximo trabajo. Y qué me decís de esa cafetería abarrotada de gente, en la que ni siquiera puedes pedirte algo porque la cola de la barra se empieza a confundir con la de alteración de matrícula. Menos mal que conforme pasa el curso la gente abandona en su propósito de enmienda de asistir a todas las clases y sólo quedan los que tienen una fuerza de voluntad de hierro.

Pero lo mejor de todo son las presentaciones de los profesores con los que has compartido más horas de tu vida de lo que jamás pasarías con tu novia antes de vivir juntos en una casa. Parece que tienen un programa metido en el cerebro que repiten de carrerilla año tras año, variando sólo un par de frases. Es encomiable la capacidad de memorización que tiene esta gente, todo sea por el bien del alumnado. Y todos los años es el mismo rollo de siempre en el que te cuentan que en su asignatura es muy fácil aprobar si haces una serie de puntos que ellos mismos saben que ningún alumno es capaz de cumplir, como el hacer en casa los ejercicios chungos que se le pasan por su imaginación enfermiza. Después te dicen que el aprobado te lo ponen muy fácil porque no van a preguntar nada que no hayan dado en clase. ¡FALTARÍA MÁS QUE TUVIÉRAMOS QUE CONTESTAR A COSAS QUE NO SABEMOS NI QUE EXISTEN! Y cuando te dicen que en los exámenes se preguntarán problemas que hayamos hecho en clase entonces es cuando los repetidores se miran entre sí con cara de complicidad pensando que estaría bien pagarle un loquero al profesor para que le enseñe a distinguir las múltiples y abrumadoras diferencias que existen entre sus preguntas de examen y las que nos deleitan en sus relaciones de problemas.

Lo mejor del día sin duda han sido esas clases escuetas de apenas media hora de muchos profesores, sobre todo de aquellos que tenían ganas de ver el fenómeno astronómico del siglo. Es una pena que en una facultad de ciencias no se reparta organice ninguna actividad para el seguimiento del eclipse. Pero más delito tiene el que no se haya repartido ni un mísero filtro para verlo y que algunos profesores hayan abusado de los alumnos apoderándose de las gafas de aquellos que fueron precavidos y se pasaron a recogerlas por el Parque de las Ciencias, que creo que las ha dado gratis. ¡Qué gozo el de la enseñanza gratuita y con el mínimo de gastos!