viernes, enero 13, 2006

La paciencia del santo Job

Por fin tengo instalado mi nuevo disco duro externo. Después de esperar pacientemente desde el lunes, hoy he podido conectarlo a mi portátil. La demora no es porque hayan tenido que ir a Pernambuco a por el disco duro o porque sea el ultrasuperlaostia con tecnología recién sacada de la mismísima IBM. Todo lo contrario. Lo encontré en la tienda que hay justo debajo de mi piso. Un disco duro Seagate normalito, de 160 Gb y una carcasa Conceptronic negra con el frontal gris metalizado. Nada del otro mundo. Pero la chica de la tienda decía que no me podía dar ambas partes por separado porque tenían que realizar no sé qué cosa de instalación donde yo que sé y que eso tenía que realizarlo un técnico. Yo le dije con toda mi inocencia de que si se trataba de conectar un par de clavijas y darle formato, que podía hacerlo sin ningún problema. Pero parece que mis palabras no colaron.

Así que, mientras los pobres técnicos de la tienda encontraban un huequecillo para montar el disco duro, han transcurrido cinco días. La espera ha merecido la pena. Por algo más de 100 euros tengo capacidad de sobra para meter toda mi colección de música en mp3, que no es poca. La tasa de transferencia no está mal, aunque me esperaba mayor velocidad. Por lo menos es silencioso y el único defecto que le he podido sacar es que no se puede poner en la mesa donde estudio, porque la vibración del giro del disco se transmite a la mesa y genera un pequeño ruído que llega a ser molesto.

A ver cuanto tiempo necesito para llenarlo.