jueves, diciembre 22, 2005

Cena navideña de carrera

Anoche asistí a uno de mis mayores experimentos de física en mucho tiempo: reunir a casi 30 estudiantes de física en un restaurante. Nunca creí que tanta gente de clase pudiera estar junta en un mismo sitio que no fuera en clase. Mientras esperé casi tres cuartos de hora a que llegara todo el mundo, todos pudimos comprobar que cuando nos arreglamos un poco, podemos pasar por gente normal. Nadie podría decir que somos físicos locos en últimos años de carrera. Donde más se notó la diferencia fue en el caso de las féminas de clase. Varía mucho de llegar a las nueve de la mañana medio dormidas y sin arreglar a clase, a salir por la noche tras una sesión intensiva de chapa y pintura.

Fuimos a lo que en un principio parecía un italiano, más que nada por el nombre del restaurante en la entrada: Pizzería Nº1. Muy original. Pero conforme introducías la cabeza para ver interior, un sudor frío empezaba a recorrerte la espalda. Con sólo ver las dos maniquíes vestidas con trajes de luces turcos que velaban las escaleras de acceso, veías que algo aquí no cuadraba bien. Una vez dentro tus peores sospechas se confirmaban con sólo echarle un leve vistazo a la decoración. Aquello era el museo de los horrores libanés, con toda clase de armas, escudos, utensilios y demás parafernalia turca a modo de decoración. Estábamos ante lo que después llegaríamos a bautizar como un restaurante italiano-turco-libanés.

Una vez sentados surgió la gran pregunta: ¿cómo serían las pizzas turcas? Nos miramos entre unos cuantos e hicimos como si no hubiéramos oído nada, mejor no pensar. Mientras un señor que parecía el hermano del mismísimo Hapu (de los Simpsons) tomaba nota de lo que queríamos de bebida, la música subió repentinamente de volumen. Vestida correctamente para hacer la danza del vientre, apareció una chica intentando hacer eso mismo aunque sin mucho éxito. Prueba de ello es que tras unos cuantos silbidos de los salidos de mi clase, en menos de un minuto decalló todo el interés por ella. Sin duda, el restaurante más bizarro de cuantos he ido, sobre todo si tenemos en cuenta que también vendían figuritas y cacharros de esos para fumar que poseen un compartimento para echarle agua.

Menos mal que la velada fue entretenida, charlando incluso con gente con la que no había tenido el placer hasta entonces de hacerlo. Tras dos platos, postre y varios pases de danza del vientre (mejor dicho de hamago) tocó pagarle al hermano de Hapu. Y el muy cabrón nos clavó. Ahora sólo tocaba elegir sitio donde pasar la noche. Un pequeño debate bastó para que se eligiera una de las discotecas más míticas y pijas de Granada, como no es otra que Granada 10. Yo estaba lógicamente en contra de ir a ese sitio, pero una noche es una noche y acepté sumisamente ir con tal de estar con toda la gente. Pero no sé porqué, nos quedamos en Kapital, antigua Meeting Point y a su vez antigua Percusión. Vamos, lo peor de lo peor. Nada, allí que me tiré cerca de hora y media aguantando reguetón de ese mierdero o como se escriba. De vez en cuando metía algo un poco distinto, pero que tampoco era aquello sonido Florida 135. Yo estaba resignado a aguantar allí lo que me echaran. Total, ya estoy acostumbrado a aguantar semejante mierda, pero a Carlos le parecía que aguantar hora y media era suficiente, y más después de ver a dos pijorros hacerse polvo bailando como si fueran las reinas de la pista.

Así que decidimos ahuecar el ala y largarnos a la zona interesante de Granada: calle Elvira. Pero la mala suerte quiso que saliéramos demasiado tarde de Kapital, y en esta maldita ciudad los pubs cierran a las 3 de la madrugada. Así que cuando llegamos al Eshavira, estaba chapado. Menudo mojón. Lo intentamos en varios pubs, pero nada. Al final abandonamos todo intento de encontrar un sitio decente y decidimos dar por finalizada la noche. Mejor dormir antes que machacarnos las neuronas a base de reguetón. Y justo antes de enfilar cada uno para su casita, me encontré a una amiga de mi pueblo, Marta. Pero ya estaba todo el pescado vendido porque ella se iba en coche a una sala que está en el quinto coño de donde estábamos en aquel momento. Noche finiquitada. Se acabó la marcha. Tiramos cada uno para su casa y esta mañana me he hartado de dormir, sin que me molesten los niños de San Ildefonso. Por cierto, enhorabuena a todo aquel que le haya tocado. Y a los que no, a disfrutar de las navidades tal y como teníamos planeado.

4 Comments:

Blogger Dufraine314 said...

Hola

La verdad es q es una mierda esto de las musicas de moda y tal. Al final yo acabo echando de menos lo de OT. Era un mierdecilla pero no era tan terible como el rejetón.

Por lo demas, tio, si te quejas de la vida noctambula de Granada, vete a Badajoz, Extremadura, cerca del borde exterior de la galaxia.

Y animo con los estudios y las navidades!!

5:50 p. m.  
Blogger Ebers Moll said...

Hola dufraine314.

Como dicen los abueletes, cualquier tiempo pasado es mejor que ahora. No tanto como eso, pero por lo menos la gente de OT no sonaba todo completamente igual. A veces con el reguetón hay que preguntarle al sádico que la pone en la disco si ha cambiado la canción o es una única pista de 45 minutos.

Seguro que Badajoz tiene más vidilla nocturna que Iznájar City, donde no llega ni el aire.

A ver si consigo subir el video que grabé con el móvil de la entrada del restaurante.

9:00 p. m.  
Blogger Rafa Delgado said...

¡Felís Navidarl!

6:31 p. m.  
Blogger Ebers Moll said...

Coño con Rafalet, que se ha dejao caer por aquí.

Feliz Navidad pa ti también y leve resaca de Nochebuena

8:07 p. m.  

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