lunes, noviembre 28, 2005

Con el frío...

... resfriado garantizado. Se abre la veda al moquillo, el estornudo compulsivo, la tos y el malestar en general. Si te pilla en casa con tu madre, todavía tiene un paso. Con sus mimitos, sus calditos y su increíble técnica para arroparte por las noches para no coger frío, se hace más llevadero. Pero en tu piso de estudiante un resfriado se convierte en el peor de todos los resfriados. Entre la mala alimentación, el tener que ir a clase y el frío que pasas a cualquier hora del día, no sólo no te curas sino que te pones peor.

Y a mi me ha dado envidia de ser siempre el último y creo que esta vez he sido el primero en pillarla. No sé muy bien si es resfriado de pollo o de gato, aunque tampoco sé muy bien cuando he podido pillarla así de gorda. El caso es que salgo poco, me abrigo mucho cuando lo hago y... Mmmm, va a ser cuando estuve de concierto el jueves y salí a la calle en manga corta mientras el termómetro rozaba los cuatro grados. Si es que las imprudencias se pagan.

Para colmo, con una nueva ola de frío medio pasada y otra amenazando, a los tacaños de la comunidad de vecinos no se les ocurre otra idea mejor que encender la calefacción a las cinco de la tarde y apagarla a las nueve. Será que con lo que pagamos de comunidad durante todo el año no hay suficiente dinero para comprar combustible como para tener la caldera encendida durante tres meses sin parar. Si al menos el bloque estuviera bien aislado del exterior, tendría un paso. Pero a las nueve de la mañana de cualquier día hace tanto frío que no se sabe muy bien si vivimos entre cuatro paredes o debajo de un puente.

Os iré contando cómo se sobrevive a un resfriado junto con una ola de frío, si es que lo consigo.