viernes, noviembre 18, 2005

Tiembla Casanova

Porque sin proponérmelo siquiera soy capaz de ligar en un sitio tan inhóspito como pueda ser una clase de electromagnetismo. Y sin hablar siquiera. Soy todo un genio del arte del ligue. Soy el rompelatiguillos al que temen todos los tíos.

La realidad no es así, más quisiera yo. Pero parece que la gente que me rodea lo piensa así. En cuatro años de carrera, ya me han echado dos novias y una pelea entre novios. No sé qué echarán en los conductos de ventilación, pero de esta forma las oportunidades reales tienden a cero si las niñas de la facultad piensan que ya "estoy pillado". Lo más curioso de todo es que a pesar de convivir durante bastante tiempo con estas dos supuestas novias, nunca ha habido nada entre nosotros salvo una gran amistad.

El caso es que hace dos años vivía en el piso con dos chicas (Ana y María) y otro chico más. Ana y yo íbamos a clase juntos los días que conseguíamos levantarnos a la vez. Casi siempre uno se despertaba para ir a clase y el otro seguía durmiendo, lo cual no estaba muy mal del todo porque te asegurabas tener los apuntes de todos los días. Pero también hubo veces en que íbamos a clase los dos y, cuando esto sucedía, nos solíamos sentar al final de la clase y uno al lado del otro. Bueno, puede parecer sospechoso, pero tampoco puede resultar en una prueba definitiva de que estábamos saliendo. Aún así, casi toda la clase creía esto. Me enteré hace poco de todo esto. Supuso un pequeño trauma para mi.

Ayer sucedió lo mismo, pero esta vez la protagonista era mi otra compañera, María. Me preguntó una chica en clase que cómo le iba a mi novia en Las Canarias. En ese momento mi cerebro empezó a humear, mientras intentaba encontrar algún significado a lo que estaba diciendo. O se estaba confundiendo de persona o yo no había oído bien la pregunta. Le digo que no la entiendo y me vuelve a hacer la misma pregunta. Vale, la entendí a la primera pero sigo sin ubicar nada. Le hago un gesto de no saber por donde van los tiros. Y con toda inocencia me da el nombre de mi ex compañera de piso, seguido de la frase "con la que estabas saliendo el año pasado". En ese momento creo que mi cara de sorpresa y confusión era más que notable, puesto que enseguida se ruborizó mientras se disculpaba conmigo diciéndome que ella así lo creía el año pasado. Segunda novia que me sale sin comerlo ni beberlo.

Tras estos hechos uno se empieza a plantear seriamente algunas cosas. Pero dejaremos la reflexión para otra ocasión. Por lo menos Casanova remataba la faena...