jueves, septiembre 22, 2005

Hollidays

Los estudiantes solemos tener otro ritmo de vida distinto al del resto de los ciudadanos. Nos acostamos a partir de las dos de la noche; a veces, como resultado de esto, nos levantamos a la hora del bocadillo de los currantes; acudimos a nuestras obligaciones no siempre cuando lo marca nuestro horario de clases y cogemos vacaciones cuando no corresponden.

Yo para no salirme de la costumbre, acabo de coger las mías tras disfrutar de dos meses de verano metido en mi pueblo y sin parar de estudiar. Son sólo unos diez días, una miseria en comparación con los 90 días que han podido disfrutar algunos, pero que para mí suponen un verdadero descanso. Si te tiras todo el verano sin hacer nada, cuesta mucho trabajo coger el ritmo de las clases en octubre, cosa que si no paras en todo el verano esta tarea resulta más fácil. Es una forma estúpida de mirar el lado positivo de no haber parado de hincar codos en esos días en que deberías estar alternando entre la piscina y los pubs.

Como hace un poco de frío para estar en la playa, mis planes para estos días son muy simples: no hacer nada. Bueno, no hacer nada es casi lo mismo que llevar vida vegetativa, por lo que precisaremos que no hacer nada en verdad consiste en levantarte tarde, acostarte mucho más tarde, pasar el rato hasta lo hora de salir y llegar a casa para comer y dormir. No son las vacaciones de mi vida, pero es mucho mejor que los días entre semana que he dejado atrás, aunque algunos piensen que no me las merezco por muy cortas que sean.